David Jiménez, autor de 'Días salvajes': "Entiendo la rabia que provoca la impunidad de los poderosos"

El escritor, con su última novela, 'Días salvajes'.
El escritor, con su última novela, 'Días salvajes'.
JAVIER OCAÑA/Planeta
El escritor, con su última novela, 'Días salvajes'.

Una fiesta loca, una fatal casualidad, un accidente, mucho dinero y venganza. De estos ingredientes se nutre la última novela de David Jiménez, Días salvajes (Planeta). La tragedia y la justicia se dan la mano en un título velocísimo, que nada tiene que ver con las novelas anteriores de este periodista, como El director, un dedo en la llaga superventas que resume un año al frente del periódico El Mundo en clave de ¿ficción?

Antes de este salto mortal, David Jiménez (Barcelona, 1971) cruzó Asia como corresponsal de guerra, una actividad menos peligrosa que la de dirigir un medio desde un despacho con cuchilladas invisibles, según admite. Instalado tranquilamente en la otra orilla de la profesión, Jiménez se ha volcado de manera exitosa en su faceta narrativa, que propone con Días salvajes alguna pregunta incómoda como: ¿Qué sería capaz de hacer uno por proteger a su hijo?

Hábleme primero de los casos que han inspirado esta novela.El luto está muy presente en el libro. Todos tenemos lutos, algunos resueltos y otros por resolver. No solo pérdidas de seres queridos. A veces es un desamor, un despido, una traición... Luego está el luto dramático, cuando alguien es muy importante para ti se marcha. Yo he sacado mis lutos no resueltos en Días salvajes. Para conocer mejor el proceso de superación, tuve la suerte de contar con  una amiga (Maldonado, como uno de los personajes) que es sicóloga de lutos. Me parece que el que escribe mis libros es otro, a veces escribo de modo inconsciente. Me permito hacer cosas que luego no tienen mucha explicación. Es raro que cuando uno escribe un libro ya sabe, pero aquí me he adentrado en muchas cosas que desconocía. Y eso ha obligado a volver al reportero que se documenta, que vuelve a los sitios. Por ejemplo, la ornitología, cuando mis personajes tienen esa afición, me preguntan a veces si a mí me gustan los pájaros. Y digo, jamás he tenido esta afición. Mis anteriores libros están muy relacionados con mi profesión, pero de repente me he lanzado a una novela que no se parece a nada de lo que he escrito antes.

¿A qué lutos personales se refiere?Me refiero a dos concretos: en mi juventud perdí a mis dos mejores amigos, en circunstancias distintas, ninguno en accidente. Aunque en aquella época de años locos, sí conocí a gente que murió en accidentes: como dice el título de la novela, eran días salvajes. A la hora de escribir, sobre todo personas que no somos buenas describiendo sentimientos, salvo que cuando nos sentamos a escribir delante  de la pantalla. Por razones que desconozco pierdo el pudor que tengo en mi vida personal y me abro en canal. Sí creo que esas pérdidas de juventud están presentes en esta novela.

Entiendo la rabia que provoca la impunidad de los poderosos, sobre todo cuando nos afecta de una manera directa

El protagonista rechaza un millón de euros para que se siga investigando la muerte de su hija. ¿Usted haría igual si le pasara algo similar?El libro está lleno de encrucijadas morales, y mi intención es que los lectores se plantearan esas dudas y qué harían los lectores. La madre de Bosco, el heredero de un gran banco que provoca un accidente kamikaze. En el caso de Luis Delgado, la víctima, también: no he obtenido justicia, ¿qué hago, me la tomo por mi mano? Hay un momento en que el protagonista tiene la opción de resolver su vida económica a cambio de un acuerdo y él considera que no puede hacerlo porque sería como ponerle precio a la vida de su hija. Yo creo que no aceptaría el millón de euros. Entre el dilema de lograr justicia para un hijo que me han arrebatado de manera injusta y cobrar una cantidad de dinero y preferiría ir adelante buscar justicia. Por esa idea de que no podemos poner precio a algunas cosas y, especialmente, a lo que más queremos.

David Jiménez se convirtió en escritor cuando abandonó la dirección del periódico 'El Mundo'.
David Jiménez se convirtió en escritor de pleno cuando abandonó la dirección del periódico 'El Mundo'.
JAVIER OCANA

¿Cree el autor en la idea de tomarse la justicia por la mano?Uno de los protagonistas, primero le da una oportunidad a la justicia. Y cuando esta falla, se plantea si la venganza es una opción. En el caso de que a mí me ocurriera y la justicia me fallara, no tengo muy claro cómo de lejos iría para reparar ese daño. Hay un momento en que la sicóloga de duelo le dice: "La venganza no va a calmar tu dolor, ni te va a devolver a tu hija". Creo que no resolvería la pérdida ni el dolor. Pero entiendo la rabia que provoca la impunidad de los poderosos, sobre todo cuando nos afecta de una manera directa.

De los riesgos físicos de una trinchera en Afganistán a las puñaladas que uno recibe en el despacho del director, no hay tanta diferencia

La novela se titula Días salvajes porque se parte de esa edad de desenfreno y locura que a veces tiene consecuencias. ¿Cuáles han sido sus días más salvajes para usted: estando en una trinchera, en el despacho de director, como escritor...?Yo tuve una juventud bastante salvaje, pero supongo, pero lo extraño es no tenerla. Crecí en mis años de adolescencia en una España que vivía en la euforia, los locos años 90 y principios de los 2000. El ambiente te arrastraba a sumarte a esos días salvajes. Mi vida cambió muy joven cuando me fui con 27 años, al extremo Oriente, y encontré otra dinámica asalvajada: el reportero que se va a cubrir conflictos y desastres naturales. Ahí viví como en la película El año que vivimos peligrosamente. De los riesgos físicos, de una trinchera en Afganistán a las puñaladas que uno recibe en el despacho del director, no hay tanta diferencia. Quizás la diferencia es que sabes en Afganistán quién te está disparando y ves claro el peligro. Y cuando te metes en los despachos del poder, es más difícil identificar a los enemigos. En esa transición queda demostrado que da igual las medallas que tengas como reportero. Los años de reportero no te preparan para las intrigas del poder.

¿Ha tenido alguna experiencia similar a la que se describe en su libro? No tanto un accidente de estas características como que de una acción suya se hayan desprendido consecuencias fatales para otros.En el caso de mis años como reportero, los errores, los pagas tú y las consecuencias de tus decisiones tienen un impacto directo en ti. En el caso de compañeros con los que compartí cobertura, desgraciadamente algunos murieron en el frente. Cuando me hice cargo de la dirección de El Mundo, ahí sí que mis decisiones tenían un impacto directo en otras personas: en la redacción, en los empleados. Era muy consciente del daño que una información errónea puede provocar. Y cometimos errores. También los cometí como reportero. Todos los que nos dedicamos al periodismo, sobre todo, si como yo, llevas 30 años, tenemos cosas que hemos hecho, que han tenido un impacto negativo, que ha sido injustas. Eso se queda contigo más que los éxitos, los premios y los reconocimientos.

El problema es cuando la justicia, por la lentitud, por la falta de medios, por su falta de independencia... no hace su trabajo

Hábleme de la venganza. ¿Cree que hay alguien que está libre de este sentimiento?La venganza está presente en el día a día de todo lo que hacemos. En las rupturas sentimentales, en la rivalidad, en el trabajo, cuando crees que alguien te ha hecho algo y quieres igualar el tanteo. Está llevada al extremo en los personajes de esta novela, donde te roban lo que más quieres (una hija) y la justicia no lo repara de ninguna manera. Pero hay un momento de la novela cuando la sicóloga dice que muchas veces la venganza es un sentimiento de nuestra imaginación que no llevaríamos a cabo. Todos tenemos en algún momento un pensamiento negativo. El problema es si cruzas la frontera para convertirla en una realidad con una acción que haga daño a alguien, que iguale el daño. Buscando también el alivio, la reparación y la justicia. Yo prefiero sociedades donde ese trabajo lo hacen los jueces, si no volvemos al viejo oeste y a la cueva. El problema es cuando la justicia, por la lentitud, por la falta de medios, por su falta de independencia o porque se ve influenciada por el poder, no hace su trabajo. Ahí es donde se plantea esa cuestión: una vez no te han resarcido con justicia, ¿hasta qué punto está que te la tomes por tu mano? Cada lector se verá enfrentado a ese dilema moral. Lo que pasa es que cuando lees esta novela, te planteas y yo, ¿qué haría si me robaran a mi hija?

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Jiménez encuentra en el trabajo como escritor una feliz soledad.
JAVIER OCAÑA/Planeta

¿Y la culpa, otro tema presente en esta novela, es liberadora o alienante?Hay culpas innecesarias en nuestra vida y, sin embargo, hay gente con capacidad de no sentirla, porque no tienen empatía, porque no les afecta. Yo he conocido ambos casos: gente para la que tiene un peso excesivo y, sin embargo, convivimos con sociópatas que no la sienten. Estos tienen una ventaja, y que es llegan al éxito en política, en la empresa. Puedes jugar sin reglas. Sin tener límites en tus acciones. Los que sí sentimos culpa, yo creo que es un sentimiento humano positivo porque estás pensando en las consecuencias de tus actos.

La política y la deportiva parecen ajenas a toda culpa. Poca gente suele admitir responsabilidades.Son profesiones donde el ego lleva a una autoexculpación constante. También la nuestra, el periodismo, es una de las más egocéntricas que hay, en parte porque nuestro trabajo se expone públicamente. El ego es lo que suele llevar al fracaso y al desastre, a empresarios, a políticos... El creerte que nunca vas a pagar las consecuencias de tus actos.

En 'El director' escribí una frase que mantengo: el éxito en la vida es no mandar a nadie y que nadie te mande a ti

¿Se ha planteado volver al periodismo activo?No tengo ninguna ambición de volver a ocupar ningún despacho en mi vida. Eso lo probé y sé que no es para mí. En El director escribí una frase que cinco años después sigo sosteniendo: el éxito en la vida es no mandar a nadie y que nadie te mande a ti. Ahora estoy en un momento de independencia absoluta y tengo la libertad de escoger, qué proyectos hago y cuáles no. Cuando salí de la dirección de El Mundo tomé dos decisiones: una es no volver a trabajar con personas tóxicas (como escritor, que es muy solitario, lo puedes conseguir). Tenemos el proyecto de llevar al cine El director. He seguido colaborando con medios extranjeros y luego hay proyectos de podcast. Intento aplicarme esa idea, de que sean proyectos en los cuales no tenga que mandar sobre gente ni nadie me mande. Soy un feroz defensor de mi independencia. La otra decisión es no trabajar para medios españoles, pero esta la incumplo. Para periódicos españoles o prensa no he escrito. Solo hago una excepción con amigos que me piden cosas concretas. Mi desencanto con la prensa española me llevó a seguir haciendo lo que me gusta, pero fuera.

'Días salvajes' es el séptimo libro de David Jiménez.
'Días salvajes' es el séptimo libro de David Jiménez.
Ed. Planeta

¿Qué temas le quedan a David Jiménez como escritor?He descubierto que España da mucho juego, como he vivido 20 años fuera... Y la mayoría de mis libros están situados fuera... Me han llevado muy lejos. Nuestra política y nuestra sociedad dan mucho juego. He agotado que este libro esté situado en  España y en estos años 2000 es, en parte, porque antes agoté toda la gasolina creativa que me había dado mi vida como corresponsal.

¿Le suelen comparar con Pérez-Reverte en su trayectoria: de la trinchera a la novela?Bueno, los dos hemos sido corresponsales de guerra y ambos hemos aspirado a convertirme en escritores, él con mucho más éxito. La coincidencia que podemos tener es que los dos nos hemos nutrido de la experiencia que tuvimos como reporteros, sobre todo en nuestras obras iniciales. Pero él es un autor que tiene muchísimo éxito y que ha escrito mucho más que yo. Y que  ha llegado a ese punto en el cual se puede permitir decir lo que quiera sin pensar las consecuencias. Le leí una definición del éxito: "El éxito es no tener que tratar con gilipollas", le pega. Dicho de otra manera, el éxito, una de las cosas que ofrece es elegir muy bien con quién trabajar y a quién tratas.

Rosa Ballarín
Periodista Cultural '20minutos'

Licenciada en Periodismo por la Complutense. Trabajé en los principales medios de Aragón (Heraldo, televisión regional, El Día...); en el grupo Hearst: Supertele, Elle, Diez Minutos, Agency Hearst (publicidad editorial). En la editorial Roca. Unidada Editorial: Fuera de Serie.

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